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martes, 29 de junio de 2021

UNA LECCIÓN EJEMPLAR. ADAPTACIÓN MARGARITA MAINÉ

 


ACERCA DEL AUTOR


MARGARITA MAINÉ NACIÓ EN 1960 EN INGENIERO MASCHWITZ, UNA LOCALIDAD DE LA PROVINCIA

 DE BUENOS AIRES MUY CERCANA A LA CAPITAL FEDERAL. EN SU TIEMPO LIBRE SE SIENTA EN LA

 COMPUTADORA A TEJER HISTORIAS O SE VUELVE A INGENIERO MASCHWITZ PARA VISITAR A SUS

 PADRES Y TOMAR MATE EN EL JARDÍN.

ES UNA DOCENTE Y ESCRITORA ARGENTINA, DEDICADA A LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL.

GÉNEROS: NOVELA, ‎CUENTO‎, ‎LITERATURA INFANTIL

OCUPACIÓN: ESCRITORA Y DOCENTE

NACIONALIDAD: ARGENTINA.



“UNA LECCIÓN EJEMPLAR”


Érase un comerciante que vendía telas y pasaba sus días trabajando en su negocio. Gran parte del trabajo de los comerciantes es hacer cuentas y cuentas y cuentas. Por eso, no son pocas las ocasiones en las que se sienten aburridos y les gustaba tener con quién hablar un rato.

Pensando en esta cuestión, fue que la esposa del comerciante le regaló un loro parlanchín para que pudiera conversar y entretenerse entre tantos números.

Al hombre le gustó mucho el obsequio y le compró una jaula dorada. Varias veces durante el día, cerraba sus cuadernos para conversar con el loro y así la rutina de su trabajo se le hacía más llevadera.

Pasó el tiempo y para comprar nuevas telas y agrandar su negocio, el comerciante decidió hacer un viaje a la India.

En los días previos, se entretuvo preguntando a los miembros de su familia qué regalo deseaba que les trajera.

Y como el loro era ya un amigo para él, le preguntó también si había algo que deseara de ese lugar.

-Sé que en la India viven muchos loros de mi familia en libertad y muy felices. Me gustaría que les preguntaras cuál es el secreto de su alegría y cómo puedo hacer para ser tan feliz como ellos.

El comerciante prometió cumplir con los regalos para todos y partió para realizar el largo viaje a la India.

Hizo sus negocios, compró los regalos que sus hijos y mujer le habían pedido y, el último día, decidió subir a su caballo para ir hasta los bosques a preguntarle a la familia del loro y cumplir con su deseo.

Los bosques le resultaron maravillosos. Había árboles altísimos y se escuchaba el canto de miles de pájaros que volaban en libertad. El comerciante observó con mucha atención hasta que pudo reconocer a un grupo de loros idénticos al suyo.

Entre tantos sonidos de la naturaleza, nadie escuchaba la voz del hombre. Pasó un largo rato hasta que, al fin, un grupo de loros advirtió su presencia.

-Tengo en mi oficina una jaula con un loro de su familia y me pidió que les hiciera una pregunta - dijo casi a los gritos.

Los loros volaron hacia las ramas más bajas y parecían muy interesados en lo que el hombre decía, aunque les costaba cerrar el pico.

El hombre tuvo que gritar para estar seguro de que lo escuchaban:

-Mi loro quiere saber cuál es el secreto de vuestra alegría y cómo puede él sentirse tan dichoso como ustedes.

De pronto el silencio fue absoluto. Los loros se quedaron inmóviles y algunos empezaron a desmayarse y a caer al suelo como muertos.

El hombre observó la escena abrumado mientras los loros seguían cayendo a sus pies.

Sin saber qué hacer, se subió al caballo y, galopando a toda velocidad, volvió a la ciudad.

“¿Qué le he hecho a estos loros? ¿Qué fue lo que dije que tuvo ese efecto?”, se preguntó muy preocupado durante el viaje de regreso a su hogar.

Ya en su casa, repartió los regalos que su familia recibió con agradecimiento mientras él seguía inquieto, pensando cómo iba a contarle al loro lo que había pasado.

-¿Y mi regalo?-dijo el loro desde su jaula apenas lo vio.

-Es que… -dijo el hombre y tratando de suavizar sus palabras, no tuvo más remedio que contarle al loro lo que había sucedido con sus parientes.

Inmediatamente a su loro le pasó lo mismo. Cayó en el piso de la jaula como muerto.

El comerciante, muy agobiado, lo sacó de la jaula, intentó revivirlo, pero el loro estaba inmóvil.

Muy triste y sin comprender nada de lo que sucedía, el hombre sacó con cuidado al animal de la jaula y lo llevó al jardín con la esperanza de que el aire fresco lo reviviera.

Apenas dejó al loro sobre el césped, este salió volando hasta la rama más alta de un árbol.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Qué han dicho los loros? –preguntó el hombre tratando de atraparlo. Pero el loro, abriendo las alas que hacía tanto no utilizaba, se alejó volando hacia los bosques.

FIN


LUEGO DE ESCUCHAR EL CUENTO “UNA LECCIÓN EJEMPLAR” ESCRIBE CON TUS PALABRAS LA PARTE

 QUE MÁS TE GUSTÓ, QUE TE HIZO REÍR, QUE TE HIZO RECORDAR ALGO O QUE TE ASOMBRÓ.


RESPONDE:

  • ¿Quiénes son los personajes que aparecen en la historia?

  • ¿Qué le sucede al comerciante y que le obsequia su familia?
  • ¿Qué le pide el loro al hombre como regalo?
  • ¿Qué ocurrió cuando el hombre llegó al bosque y transmitió la inquietud de su amigo a los loros?
  • ¿Cómo termina la historia?
  • Escribe cual fue la enseñanza que te dejó la historia.

AMIGOS POR EL VIENTO. LILIANA BODOC

 

HOLA CHICOS Y CHICAS EN ESTE ENCUENTRO LES PROPONGO TRABAJAR CON EL CUENTO TITULADO “AMIGOS POR EL VIENTO” DE LILIANA BODOC. EN LA HISTORIA LA PROTAGONISTA NOS RELATA QUE LA VIDA, A VECES, SE COMPORTA COMO EL VIENTO: DESORDENA, ARRASA Y NADIE SABE CUANDO REGRESARÁ LA CALMA ¿QUERÉS CONOCER QUE COSAS LE OCURREN A ESTA NIÑA? Y ¿CÓMO LOGRA SUPERAR LOS MIEDOS Y ACEPTAR LOS CAMBIOS QUE SE DAN EN SU VIDA? ¿¡COMENZAMOS?!

 

ACERCA DE LA AUTORA

LILIANA BODOC


(1958 – 2018) VIVIO EN TRAPICHE, PEQUEÑA LOCALIDAD CERCANA A LA CIUDAD DE SAN LUIS. ESTUDIÓ LICENCIATURA EN LETRAS EN LA UNIVERSIDAD DE CUYO Y TAMBIÉN EJERCIÓ LA DOCENCIA EN COLEGIOS. PUBLICÓ LA SAGA DE LOS CONFINES, Y POR LOS DÍAS DEL VENADO OBTUVO UNA MENCIÓN ESPECIAL THE WHITE RAVENS EN 2002. EN 2004 Y 2014, LA FUNDACCION KONEX LA HONRÓ CON EL DIPLOMA AL MÉRITO Y EN 2014, LE OTORGÓ EL PREMIO KONEX DE PLATINO. ENTRE SUS OBRAS SE ENCUENTRAN AMIGOS POR EL VIENTO, LA ENTREVISTA, EL MAPA IMPOSIBLE, DICIEMBRE, SÚPER ÁLBUM, EL PERRO DEL PEREGRINO, Y LA SERIE ELEMENTALES: ONDINAS, SALAMANDRAS, SILFOS Y NOMOS.

ACERCA DEL ILUSTRADOR:

POLY BERNATENE NACIÓ EN 1972 EN BUENOS AIRES, ARGENTINA Y DESDE ENTONCES NO HA PARADO DE DIBUJAR; TANTO QUE SUS TRABAJOS NO PARAN DE CAMBIAR Y SIEMPRE BUSCAN OTRO CAMINO, ES POR ESO QUE SU PASO POR LA ESCUELA DE BELLAS ARTES LE PERMITIÓ MANEJAR MUCHAS TÉCNICAS Y DISFRUTAR DEL TRABAJO EN LA DIVERSIDAD Y LA EXPERIMENTACIÓN. BUSCANDO HA PASADO POR LA PUBLICIDAD, LA ANIMACIÓN, LOS COMICS Y EN LOS ÚLTIMOS AÑOS SE HA DESARROLADO COMO ILUSTRADOR PUBLICANDO NUMEROSOS LIBROS INFANTILES Y JUVENILES PARA ARGENTINA (ATLANTIDA, BILLIKEN, LONGSELLER, GUADAL, SM, ALFAGUARA) MÉXICO, ESPAÑA, GRAN BRETAÑA, AUSTRALIA, TAIWAN, DINAMARCA Y ESTADOS UNIDOS. ACTUALMENTE COLABORA CON LA REVISTA “JARDÍN” Y “GENIOS” DE CLARÍN DE ARGENTINA.

 

  • ANTES DE LEER O ESCUCHAR EL CUENTO ESCRIBE A PARTIR DEL TÍTULO DE QUE PUEDE TRATAR EL MISMO
  • AHORA, LUEGO DE HABER ESCUCHADO LA HISTORIA RESPONDE:

    • ¿CONOCÍAS ESTE CUENTO? ¿QUÉ IDEAS, SENSACIONES O PENSAMIENTOS TE DEJÓ?

  • DIBUJA LA PARTE QUE MÁS TE GUSTÓ DE LA HISTORIA

AMIGOS POR EL VIENTO

 

A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no se le entiende. A su paso todo peligra; hasta aquello que tiene raíces. Los edificios, por ejemplo. O las costumbres cotidianas.

Cuando la vida se comporta de ese modo, se nos ensucian los ojos con los que vemos. Es decir, los verdaderos ojos. A nuestro lado, pasan papeles escritos con una letra que creemos reconocer. El cielo se mueve más rápido que las horas. Y lo peor es que nadie sabe si, alguna vez, regresará la calma.

Así ocurrió el día que papá se fue de casa. La vida se nos transformó en viento casi sin dar aviso. Recuerdo la puerta que se cerró detrás de su sombra y sus valijas. También puedo recordar la ropa reseca sacudiéndose al sol mientras mamá cerraba las ventanas para que, adentro y adentro, algo quedara en su sitio.

–Le dije a Ricardo que viniera con su hijo. ¿Qué te parece?

–Me parece bien –mentí.

Mamá dejó de pulir la bandeja, y me miró:

–No me lo estás diciendo muy convencida...

–Yo no tengo que estar convencida.

– ¿Y eso qué significa? –preguntó la mujer que más preguntas me hizo a lo largo de mi vida.

Me vi obligada a levantar los ojos del libro:

–Significa que es tu cumpleaños, y no el mío –respondí.

La gata salió de su canasto, y fue a enredarse entre las piernas de mamá.

Que mamá tuviera novio era casi insoportable. Pero que ese novio tuviera un hijo era una verdadera amenaza. Otra vez, un peligro rondaba mi vida. Otra vez había viento en el horizonte.

–Se van a entender bien –dijo mamá–. Juanjo tiene tu edad.

La gata, único ser que entendía mi desolación, saltó sobre mis rodillas. Gracias, gatita buena.

Habían pasado varios años desde aquel viento que se llevó a papá. En casa ya estaban reparados los daños. Los huecos de la biblioteca fueron ocupados con nuevos libros. Y hacía mucho que yo no encontraba gotas de llanto escondidas en los jarrones, disimuladas como estalactitas en el congelador. Disfrazadas de pedacitos de cristal. “Se me acaba de romper una copa”, inventaba mamá que, con tal de ocultarme su tristeza, era capaz de esas y otras asombrosas hechicerías.

Ya no había huellas de viento ni de llantos. Y justo cuando empezábamos a reírnos con ganas y a pasear juntas en bicicleta, aparecía un tal Ricardo y todo volvía a peligrar.

Mamá sacó las cocadas del horno. Antes del viento, ella las hacía cada domingo. Después pareció tomarle rencor a la receta porque se molestaba con la sola mención del asunto. Ahora, el tal Ricardo y su Juanjo habían conseguido que volviera a hacerlas. Algo que yo no pude conseguir.

–Me voy a arreglar un poco –dijo mamá mirándose las manos–. Lo único que falta es que lleguen y me encuentren hecha un desastre.

– ¿Qué te vas a poner? –le pregunté en un supremo esfuerzo de amor.

–El vestido azul.

Mamá salió de la cocina, la gata regresó a su canasto. Y yo me quedé sola para imaginar lo que me esperaba.

Seguramente, ese horrible Juanjo iba a devorar las cocadas. Y los pedacitos de merengue se quedarían pegados en los costados de su boca. También era seguro que iba a dejar sucio el jabón cuando se lavara las manos. Iba a hablar de su perro con el único propósito de desmerecer a mi gata.

Pude verlo transitando por mi casa con los cordones de las zapatillas desatados, tratando de anticipar la manera de quedarse con mi dormitorio. Pero, más que ninguna otra cosa, me aterró la certeza de que sería uno de esos chicos que, en vez de hablar, hacen ruidos: frenadas de autos, golpes en el estómago, sirenas de bomberos, ametralladoras y explosiones.

– ¡Mamá! –grité pegada a la puerta del baño.

– ¿Qué pasa? –me respondió desde la ducha.

– ¿Cómo se llaman esa palabras que parecen ruidos?

El agua caía apenas tibia, mamá intentaba comprender mi pregunta, la gata dormía y yo esperaba.

– ¿Palabras que parecen ruidos?–repitió.

–Sí. –Y aclaré– Pum, Plaf, Ugg...

¡Ring!

–Por favor –dijo mamá–, están llamando. No tuve más remedio que abrir la puerta.

– ¡Hola! –dijeron las rosas que traía Ricardo.

– ¡Hola! –dijo Ricardo asomado detrás de las rosas.

Yo miré a su hijo sin piedad. Como lo había imaginado, traía puesta un remera ridícula y un pantalón que le quedaba corto.

Enseguida, apareció mamá. Estaba tan linda como si no se hubiese arreglado. Así le pasaba a ella. Y el azul le quedaba muy bien a sus cejas espesas.

–Podrían ir a escuchar música a tu habitación –sugirió la mujer que cumplía años, desesperada por la falta de aire. Y es que yo me lo había tragado todo para matar por asfixia a los invitados.

Cumplí sin quejarme. El horrible chico me siguió en silencio. Me senté en una cama. Él se sentó en la otra. Sin dudas, ya estaría decidiendo que el dormitorio pronto sería de su propiedad. Y que yo dormiría en el canasto, junto a la gata.

No puse música porque no tenía nada que festejar. Aquel era un día triste para mí. No me pareció justo, y decidí que también él debía sufrir. Entonces, busqué una espina y la puse entre signos de preguntas:

– ¿Cuánto hace que se murió tu mamá?

Juanjo abrió grandes los ojos para disimular algo.

–Cuatro años –contestó.

Pero mi rabia no se conformó con eso:

– ¿Y cómo fue? –volví a preguntar. Esta vez, entrecerró los ojos.

Yo esperaba oír cualquier respuesta, menos la que llegó desde su voz cortada.

–Fue..., fue como un viento –dijo.

Agaché la cabeza, y dejé salir el aire que tenía guardado. Juanjo estaba hablando del viento, ¿sería el mismo que pasó por mi vida?

– ¿Es un viento que llega de repente y se mete en todos lados?

–pregunté.

–Sí, es ese.

– ¿Y también susurra...?

–Mi viento susurraba –dijo Juanjo–. Pero no entendí lo que decía.

–Yo tampoco entendí. –Los dos vientos se mezclaron en mi cabeza.

Pasó un silencio.

–Un viento tan fuerte que movió los edificios –dijo él–. Y eso que los edificios tienen raíces...

Pasó una respiración.

–A mí se me ensuciaron los ojos –dije. Pasaron dos.

–A mí también.

– ¿Tu papá cerró las ventanas? –pregunté.

–Sí.

–Mi mamá también.

– ¿Por qué lo habrán hecho? –Juanjo parecía asustado.

–Debe haber sido para que algo quedara en su sitio.

A veces, la vida se comporta como el viento: desordena y arrasa. Algo susurra, pero no se le entiende. A su paso todo peligra; hasta aquello que tiene raíces. Los edificios, por ejemplo. O las costumbres cotidianas.

–Si querés vamos a comer cocadas –le dije.

Porque Juanjo y yo teníamos un viento en común. Y quizás ya era tiempo de abrir las ventanas .



jueves, 24 de junio de 2021

PEDRO Y EL LOBO. VERSIÓN DE LILIANA BODOC

https://drive.google.com/file/d/1BCzKeeY64XuzdyU4iY-MRguOpkEz5eGh/view?usp=sharing 



DEL  AUTOR

LILIANA BODOC

NACIÓ EN SANTA FE, ARGENTINA, EN 1958. DESDE LOS CINCO AÑOS VIVIÓ EN MENDOZA, POSTERIORMENTE EN EL TRAPICHE, PEQUEÑA LOCALIDAD SERRANA A 40 KM DE LA CIUDAD DE SAN LUIS. ESTUDIÓ LICENCIATURA EN LETRAS EN LA UNIVERSIDAD DE CUYO Y EJERCIÓ LA DOCENCIA EN COLEGIOS DE LA MISMA UNIVERSIDAD. SU PRIMERA NOVELA, LOS DÍAS DEL VENADO, OBTUVO LA MENCIÓN ESPECIAL DE LOS PREMIOS THE WHITE RAVENS, QUE ES PARTE DE LA SAGA DE LOS CONFINES. EN 2004 OBTUVO EL PREMIO KONEX EN LA DISCIPLINA LITERATURA JUVENIL Y EN 2014, EL KONEX DE PLATINO.

DEL ILUSTRADOR

PABLO PICYK

(BUENOS AIRES 1978) SE DEDICA AL DIBUJO, LA PINTURA, EL DISEÑO GRÁFICO Y LA CONSTRUCCIÓN DE OBJETOS. HAY PUBLICADO VARIOS LIBROS PERO SUS TRABAJOS TAMBIÉN PUEDEN VERSE EN REVISTAS Y DIARIOS, PÓSTERS, TELEVISIÓN, PROYECTOS SOCIALES Y PRODUCTOS.

 

ACTIVIDAD

·         ANTES DE LEER O ESCUCHAR  EL CUENTO “PEDRO Y EL LOBO” ESCRIBE A PARTIR DEL TÍTULO DE QUE PUEDE TRATAR EL MISMO

 

 

 

AHORA,  LUEGO DE HABER ESCUCHADO LA HISTORIA

 

·         ESCRIBE CON TUS PALABRAS LA PARTE QUE MÁS TE GUSTÓ, QUE TE HIZO REÍR O QUE TE HIZO RECORDAR ALGO.






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Cuento con sapo y arco iris. Gustavo Roldán

 


Hola, tenemos una nueva historia ¡¡No se la pierdan!!


 GUSTAVO ROLDÁN

Después de nacer, porque antes entendía poco y nada, fui tratando de comprender el mundo. Creo que entonces comencé a escuchar cuentos y canciones.

El mundo era grande, lleno de árboles, ríos y lagunas, y lleno de pájaros y monos. Ahí, en Fortín Lavalle, junto al río Bermejo, todos los hombres eran hombres de a caballo. Por eso aprendí a caminar y a andar a caballo más o menos al mismo tiempo.

Como me gustaba escuchar cuentos, un día, muchos años después, yo también me puse a escribir. Y escribí El vuelo del sapo, Dragón, Historias del piojo, La leyenda del bicho colorado, El camino de la hormiga, Las pulgas no andan por las ramas y otro montón de libros, pensando que los chicos podrían divertirse leyéndolos. Espero no haberme equivocado.


ANTES DE LEER EL CUENTO, REFLEXIONAMOS ENTRE TODOS:

·         ¿DE QUÉ PUEDE TRATAR? ¿QUIÉNES APARECERÁN EN LA HISTORIA?

 

   “CUENTO CON SAPO Y ARCO IRIS”

 

El calor era tremendo. Era uno de esos días en que nadie tiene ganas de moverse y todos los bichos se quedan quietos bajo alguna sombra. Solamente las iguanas cruzaban los senderos sin asustarse de ese sol tan cruel.

Entonces, se oyeron los primeros truenos. Una nube más negra que el espanto tapó el monte y comenzaron a caer las primeras gotas. Eran gotas grandes, que sonaban como tambores en las hojas de los árboles.

La lluvia golpeaba la tierra y, en el río, las burbujas parecían bailar de alegría. Los bichos jóvenes corretearon mojándose porque esa era la fiesta más deseada.


La carpinterita se asomó desde el hueco de su árbol y dijo:

- ¡Qué hermosa es la lluvia! Yo no conocía la lluvia y primero me asusté. Pero ¡qué hermosa es! ¿A usted le gusta, don sapo?

-Mire, m’ hija, no le quiero contestar mal, así que no me haga preguntas. Este día me trae malos recuerdos.

-Pero usted está metido en ese hermoso charco, y yo sé que le gusta el agua.

- ¡Qué me va a gustar! Estoy así porque no me queda más remedio, culpa de estas patas cortas. Si me hubieras visto en mi época de patas largas… ¡Qué lindo era correr carreras con el ñandú! A veces ganaba él, a veces ganaba yo, pero siempre estábamos contentos.

-No entiendo nada, don sapo. ¿Usted tenía patas largas?

-Las más largas y las más hermosas. Como las patas de las garzas.

-Cuénteme, don sapo, yo quiero aprender lo que usted sabe.

-En esas épocas, las cosas eran mejor que ahora. Pero te lo cuento solamente a vos. No quiero que después anden comentando por el monte.

-Sí, sí, don sapo. No le voy a decir nada a nadie

-Todo fue culpa de una lluvia tan grande y hermosa como ésta. Llovía y yo corría de un lado para el otro, aleteando y silbando las más lindas canciones con mi largo pico de silbar canciones.

- ¿Estaba muy contento?

-A más no poder. Contento correteaba, con mí largo pico, con mis largas patas y mis largas alas.

-Ay ay ay…. Me parece que cada vez entiendo menos.

- Ya vas a entender, pajarita. Ya vas a entender.

Comencé a contarte y ahora tengo que decirte todo.

-Bueno, pero eso de patas largas, poco largo, largas alas…

-Sigo con la historia. Y en esa tarde de lluvia estaba contento y mis patas corrían a una velocidad increíble.

Sólo el ñandú podía ser tan ligero como yo.

Y al sapo se le cayeron dos lagrimones.

-No llore, don sapo. Cuénteme lo que pasó.

-En ese momento, llegaron dos garzas blancas. Se las veía tristes y preocupadas. Me dijeron: “Amigo sapo, estamos muy tristes porque queremos correr como usted y no podemos, ¿No nos prestaría por un rato sus patas?”. Yo estaba contento, me sentía generoso, las garzas eran mis amigas, y les presté las patas. Las dos se fueron, felices.

Los ojos de la carpinterita se abrieron de asombro. Pero también otros mil ojos y orejas, escondidos entre los pastos y las ramas de los árboles, miraban y escuchaban lo que le decía el sapo.

- ¿Y entonces? – preguntó la pajarita.

- Entonces, pasó casi lo peor.

- ¿Casi, don sapo?

-Sí, porque lo peor vino después. Llegó el tordo y me dijo: “Amigo sapo, usted sabe que yo admiro su silbido. Nadie en este monte puede hacer una música tan hermosa. ¿No me prestaría por un rato su pico silbador?”.

Qué iba a hacer. El tordo era mi amigo, y yo me sentía generosos en ese día tan lleno de lluvia.  “Más tarde se lo devuelvo”, me dijo, y salió volando y silbando la canción más linda que se haya escuchado por aquí.

-Ay ay ay –dijo la carpinterita-. Eso sí fue lo peor.

-Todavía faltaba más. Me quedé esperando para ver aparecer el arco iris, porque la lluvia estaba parando. Y en ese momento llegó el halcón. “Amigo sapo, me dijo, usted sabe que yo admiro su vuelo porque puede ir hasta arriba de las nubes y mirar el mundo desde ahí. Siempre sueño con mirar el mundo desde arriba y creo que eso me haría feliz.

¿No me prestaría por un rato sus poderosas alas para que yo pueda darme el gusto?”.

- ¡Y usted le prestó las alas…!

-Sí, y me quedé esperando que las garzas me devolvieran las patas, que el tordo me devolviera el pico y el halcón, las alas.

- ¿No se los devolvieron?

-Nunca más. Se entusiasmaron tanto que no hubo caso. Por eso me ve aquí, en este chaco, y con cara de pocos amigos.

-Pero ahí se le acabaron las desgracias.

- ¡Que se van a acabar! En eso, llegó el zorro. Pajarita, ¿viste qué hermosa cola tiene el zorro? ¿De dónde creés que la sacó?

- ¡Usted se la prestó!

-Y jamás me la devolvió. Y ahora se luce por todos lados mostrando se hermosa cola.

-Don sapo, esas fueron demasiadas desgracias juntas.

-Por eso estoy triste, carpinterita.

- ¡Mire, don sapo, allá viene una sapita! Y me parece que lo anda buscando, porque le hace señas.

Sí, sí, lo está llamando.

- ¿Seguro que me hace señas y me llama?

-Segurísimo. Desde aquí arriba, la veo muy bien. Y viene sonriendo muy contenta.

- ¿No estarás equivocada?

-Para nada. Y lo llama y le tira besos.

- ¿Estás muy muy muy segura, carpinterita?

-Ufa, don sapo, ¿qué le pasa a usted?

-Es que estábamos peleados y eso me tenía muy triste. Pero ahora me voy corriendo a encontrarla

Y el sapo salió a los saltos, alegre a más no poder.

-Pero, don sapo, ¿ya se olvidó de las alas y el pico y las patas y la cola que le robaron?

-Qué pico ni qué patas. ¿Te parece que a esa sapita le hace falta una cola larga como la del zorro para ser la más hermosa?

-No entiendo nada, don sapo.

-No importa, pajarita. Ahora mirá cómo comenzó a salir el arco iris.

La pajarita carpintera primero no entendió nada, pero después comenzó a comprender que el mundo era más complicado de lo que parecía.

-Bah –dijo-, mejor me voy a jugar con mi amigo el elefantito.

 

 

 

Luego de escuchar la historia dibuja la parte que más te gustó, que te hizo reír o te hizo recordar algo.

 

 



miércoles, 16 de junio de 2021

EFEMÉRIDES. 20 DE JUNIO DÍA DE LA BANDERA

 


20 DE JUNIO: DÍA DE LA BANDERA EN CONMEMORACIÓN DEL FALLECIMIENTO DEL GENERAL MANUEL BELGRANO.

 

  Hace 251 años nacía Manuel Belgrano: militar, abogado, periodista, político, diplomático, notable economista, creador de la bandera argentina y de la escarapela nacional. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano llegó a este mundo el 3 de junio de 1770 y su legado se mantiene vigente, aún un cuarto de siglo después.

Revolucionario y guerrero, ferviente defensor y promotor de la educación gratuita, de la agricultura, de las industrias y de los derechos de los pueblos originarios, con sus ideas y acciones nos hace pensar que ya vislumbraba todos los aspectos que hacen al futuro de un país más justo.

  Es en este día que recordamos no sólo aquella trascendente decisión en la que Manuel Belgrano le otorgó a sus soldados nuestra enseña Patria, creada el 27 de febrero de 1812 durante la gesta por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata sino también su paso a la inmortalidad en la extrema pobreza (1820).

Algunas de sus frases todavía nos invitan, a acercarnos a su pensamiento, a sus valores, a su integridad:

"Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella".

“No hay objeto más digno de la atención del hombre que la felicidad de sus semejantes"