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martes, 15 de junio de 2021

LOS ABUELOS DE LAS ESTRELLAS. FRANCO VACCARINI

 


“Los abuelos de las estrellas”
Mito del fuego. Pueblo Mapuche: Argentina y Chile.


Acerca del autor, Franco Vaccarini

NACIÓ EN LA CIUDAD BONAERENSE DE LINCOLN EN 1963 Y VIVE EN BUENOS AIRES DESDE 1983. CURSÓ ESTUDIOS DE PERIODISMO EN EL CÍRCULO DE LA PRENSA Y ASISTIÓ A LOS TALLERES LITERARIOS DE LOS ESCRITORES JOSÉ MURILLO Y HEBE UHART. ES SUBDIRECTOR DE LA REVISTA DE CUENTO LATINOAMERICANO MIL MAMUTS.

  • LUEGO DE LEER EL MITO “Los abuelos de las estrellas” ESCRIBE CON TUS PALABRAS LA PARTE QUE MÁS TE GUSTÓ, QUE TE HIZO REÍR O QUE TE HIZO RECORDAR ALGO.

 

RESPONDE:

  • ¿Qué les ocurría a los Mapuches cuando el sol se escondía? ¿A qué le temían? ¿Conocían el fuego?
  • ¿Quiénes los iluminaban durante las noches?
  • ¿A quiénes representaban las estrellas?
  • ¿Qué ocurría en la Tierra cuando Cheruve se enojaba?
  • ¿Qué ocurrió cuando apareció la estrella con cola dorada?
  • ¿Qué les enseñó a los Mapuches?
  • ¿Cómo se llama esa piedra que cuando choca contra otra echa chispas?
  • Ilustra.

“LOS ABUELOS DE LAS ESTRELLAS”

 

Era un tiempo tan lejano que todavía los mapuches no conocían el fuego. Cuando el Sol desaparecía del cielo, el miedo a la noche los aterraba. Por eso querían a las estrellas. Los padres decían a sus hijos:

-Cada estrella es uno de nuestros abuelos, que ahora cazan avestruces en los cielos.

Y otras veces, decían:

-Un día, cada uno de nosotros será una estrella.

Y se consolaban por las noches con esa luz buena, pero insuficiente para no temer a la oscuridad.

¡Con qué alegría recibían al Sol! ¡Qué fiesta cada amanecer! Las sombras se desvanecían, todo se volvía luminoso- El sol y la Luna eran los dioses preferidos, por eso los llamaban Padre y Madre.

Pero no todo lo que era luminoso era bueno. El dios Cheruve era de enojarse mucho y cuando eso ocurría, los volcanes se despertaban, y ríos de lava calcinaban las pendientes.

Pero hubo un atardecer diferente, porque en el horizonte apareció una estrella con una larga cola dorada. Asustados, hombres y mujeres, abuelas y nietos se fueron a sus cuevas.

Las montañas temblaron, el suelo se empezó a mover.

- ¡Los dioses están enojados! –gritaban algunos y pedían clemencia.

La estrella había comenzado a lanzar unas piedras extrañas, que despedían chispas y caían una tras otra. Desde las bocas de las cuevas, las familias mapuches miraban con asombro aquella lluvia de piedras luminosas. Cuando observaron que el tronco seco de un árbol se prendió fuego por el contacto con las piedras, quedaron admirados.

De pronto, la estrella se quedó vacía de piedras y desapareció del cielo.

En muchos lugares había llamas. Los hombres se acercaron y les resultó agradable aquel calor. También les gustó que el fuego iluminara la noche.

Y pronto descubrieron que podían cocinar sus alimentos. Una anciana sabia dijo: -Nuestros abuelos estrellas nos han enviado un gran regalo: la piedra del fuego.

Así fue como los mapuches nos cuentan cómo descubrieron el fuego, gracias a una piedra que se llama pedernal y que echa chispas cada vez que choca o se frota con otra piedra.

 



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